ESTA ES LA ÚLTIMA SESIÓN QUE TUVIMOS EN EL CLUB DE NARRATIVA DE LA BIBLIOTECA DE FERROL.
NOS DESPEDIMOS HASTA PRINCIPIOS DE SEPTIEMBRE
QUE EMPEZARÁ LA INSCRIPCIÓN DE LECTORES.
PASADLO BIEN EN VERANO Y NO OLVIDÉIS NUNCA QUE
"LEER, ADEMÁS DE APORTAR SABIDURÍA, ES UN PLACER".
¡FELIZ VERANO A TODOS!
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MADRES E HIJAS (1996)
Antología de cuentos
escritos por 14 escritoras
Selección de Laura
Freixas.
Editorial ANAGRAMA
El tema de
la relación entre madres e hijas es poco frecuente en literatura, al revés que
la relación padre/madre-hijo que fue más tratada. Seguramente porque hasta hace
pocos años se prefería tener hijos que contribuían al sustento de la casa, ya
que ancestralmente la mujer fue mucho menos valorada.
En el siglo
XVII Madame de Sevigné escribió una serie de cartas a su hija, en donde se transmite
la gran dependencia que esta escritora francesa sentía por ella, pero tenemos
que llegar al siglo XX para poder encontrar una decena escasa de libros sobre
la relación entre madres e hijas.
En esta
selección de cuentos realizada por Laura Freixas nos encontramos que la que narra
las situaciones es frecuentemente la hija, a veces la madre, e incluso el padre
o un novio.
Muestra, en
unos casos, a madres abnegadas, amorosas, preocupadas, cercanas, mientras que
otras hacen su vida al margen de los hijos, son egoístas, frías y la hijas
ponen su cariño en personajes cercanos que se ocupan de ellas como las
sirvientas, las abuelas y tías u otros familiares.
La relación
entre ambas –madres e hijas- puede ser,
en algunos casos muy armónica, cariñosa, de asesoramiento recíproco,
complicidad, compañerismo, o puede ser una relación tensa y desconfiada por
haberse entablado una competencia, siempre comenzada por la madre inmadura que
se comporta como si se celase de la vida más fácil, alegre y de la juventud de
su hija.
En la
literatura existen madres de un altruismo sobrehumano totalmente entregadas a
sus hijos (y eso es lo que parece valorar el autor de ellas: que no tengan vida
propia) la famosa serie radiofónica “Ama Rosa”; o en el tipo contrario pero
igualmente inverosímil: esas madres inhumanas, diabólicas, de la tragedia
griega –Clitemnestra, Medea– o García Lorca en La casa de Bernarda
Alba.
RESUMEN DE LOS CUENTOS
1. Chinina Migone, de Rosa Chacel: Madre que se
dedicaba a cantar y que al casarse la obligan a abandonar el canto. Tiene una
niña en la que centra toda su atención. Esta se va, la madre muere y el padre
se debate entre el amor y el odio de su hija. Relatado por el padre
2. Al colegio, de Carmen Laforet, en donde la
madre, muy unida a su hija, pero cansada de su trabajo con ella, lleva a la
niña de la mano su primer día de colegio y vuelve a vivir aquellas experiencias
en su hija. Contado por la madre.
3. De su ventana a la mía, de C. Martín Gaite. En este relato se explora una relación positiva de
entendimiento entre madre e hija a través de sus recuerdos y ensueños. La madre
constituye el modelo que la hija sigue. Sueña y se fuga mentalmente como ella; le
da calor y la sabe tratar con la dulzura y firmeza que requiere la enseñanza.
Al hablar de la costura y la posibilidad de tener éxito le dice:
“Mira
el secreto está en no tener prisa y en atender a cada puntada como si esa que
das fuera la cosa más importante de tu vida (p.41)”. Es decir: pon toda tu
pasión en lo que haces y verás que fácil es vencer cualquier obstáculo que se
te presente.
La hija escribe una carta a su madre desde Nueva York y la
rememora mirando por la ventana y rememorando N-Y.
“Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a
una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos”.
4. Cuaderno para
cuentas, de Ana
M. Matute: uno de los mejores cuentos, para mi gusto. En “Cuaderno para
cuentas”, la protagonista Celestina pasa de vivir con su tía a vivir con su
madre, cocinera del señor que es su padre. Al principio no quiere a su madre,
hasta que se da cuenta de la situación y la quiere
porque le da pena. La niña es enviada a un orfelinato por envenenar la comida
del padre y acelerarle la muerte. Culpan a la madre y las separan.
5. Espejismos, de Josefina R. Aldecoa: Marcela piensa que el matrimonio de su hija es perfecto, Blanca que
sus padres son felices juntos en su retiro dorado en la isla. Como dice el
refrán, "las apariencias engañan".
Josefina Aldecoa utiliza las metáforas del espejismo y del naufragio para dibujarnos una historia cotidiana del fracaso
en las relaciones de pareja y es que ambos matrimonios están abocados a un
"no final feliz". Porque errar es humano y todos tenemos derecho a tomar nuestras propias decisiones y
equivocarnos.
6. Carta a la madre, de Esther Tusquets, contiene perspectivas diferentes en cuanto al
punto de vista de la hija, quien cuenta en retrospección y en presente.
Comienza viendo a la madre-musa desde abajo. Es la más hermosa, capaz e
inteligente de todas las madres. Ha sido y es meta inalcanzable para ella; por
eso, en el presente que vive quiere someterla a un ajuste de cuentas en un
“tú-yo” visto desde la edad adulta.
Alguien que nunca se le acerca, acaricia o demuestra cariño.
En el curso del examen, y en presente, aparece una madre distinta: avejentada,
sin control del tiempo o de sus actos y por supuesto falta de la perfección
antigua. La hija le acusa de haber desvalorizado al marido para reinar, para
ser la mejor, la imprescindible.
En su evaluación hay dos aspectos: veneración y rechazo. Y
se pregunta cuándo dejó de amarla. Cuenta, escribe, quiere saber y hace
auto-examen. Cuestiona su relación nunca compartida.
“Tal
vez comencé esta carta con la intención de convertirla en un ajuste de cuentas,
pero he descubierto... que hace mucho también sin ser consciente de ello he
bajado la guardia... y estamos definitivamente en paz” (pp.92-93).
7. Primer amor, de Cristina Peri Rossi: una niña
que con tres años se le declara a la madre y le dice que quiere casarse con
ella; pero esta identificación total con la madre continua y la madre le va
siguiendo el juego hasta que un día le dice que eso está prohibido por la ley.
Sin embargo el amor hacia su madre fue siempre constante, a pesar de que tuvo
amores con hombres que duraron un tiempo, pero el de su madre continua siempre.
8. Ronda de Noche, de Ana M. Moix: Una mujer que ve a
su madre desde una esquina. La madre muerta que se le aparece en sueños la
atormenta hasta el desvarío.
9. La hija predilecta, de Soledad Puértolas
La hija
preferida vive muy lejos de donde su madre se está muriendo y coge un tren para
ir a su casa. Llega cuando la madre está aún está consciente, pero a los tres
días muere. Todos los recuerdos y vivencias que pudo tener su madre pasan por la
mente de la hija que comprende que vivió en soledad, viendo vivir a sus hijos y
nietos y resignándose al abandono de su hija preferida, pero ésta sólo está
triste por lo que deduce de la vida de su madre, pues la vida de la hija
continua igual.
10. Cari junto a una
motocicleta roja,
de Clara Sánchez: La madre de Cari queda viuda y se mete 15 días en cama para
resurgir fortalecida. La chica (14 años) se preocupa de su madre “una mujer
guapa pero triste”, y le cuenta a su vecino que vive en su madre, casi dentro
de su cuerpo. El chico desiste de la atracción que siente por la chica, -se da
cuenta de que ella siempre será un apéndice de su madre- y se marcha a estudiar
a EEUU, donde las cartas son cada vez más escasas.
11. La niña sin alas, de Paloma Díaz Mas: madre que se
dedica completamente a su hija, que en un principio no tiene alas, como los
demás –es distinta del resto- y que cuando van a salirle, la madre se las corta
de un mordisco. Metáfora de la falta de libertad.?
12. Ella se fue, de Mercedes Soriano
La madre
cuenta la partida de su hija, dispuesta a hacer su propia vida y aunque le
duele que se vaya no quiere ni debe retenerla. Después la hija cuenta que su
madre murió y piensa en seguirla para estar con ella.
13. La buena hija, de Almudena Grandes: quizá el
mejor cuento de esta colección. La hija soltera que cuida a su madre y tiene
que dejar su profesión. La madre autoritaria, dramática. La hija al borde de la
desesperación agudizada por el sonido del timbre que su madre pulsa
constantemente y le impide a la joven hacer nada completamente.
Las
protagonistas quieren, una ser atendida y la otra vivir. La buena hija escribe
a sus hermanos diciéndoles que se va y deja a una enfermera con la madre.
14. Mi madre en la
ventana, de
Luisa Castro: en una familia muy humilde la hija tiene una compañera de colegio
en mejor situación. Quiere ser su amiga y no decepcionarla viendo que no poseen
casi nada. Su madre la mira por el balcón y nunca le dice nada que pueda
suponer complicidad; sin embargo, la madre quiere a su hija y esta acaba
viéndolo, y comprendiendo que la deja cometer errores para que aprenda de ellos
(la niña tiró a una vecina desde un muro).
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